viernes, 13 de diciembre de 2013

Metamorfosis.

La propuesta del PSOE de hacer una reforma constitucional, idea que comparto, es irrealizable y, por pequeña que sea, si su sentido es progresista, contará con la oposición frontal del PP. Y su concurso es necesario a no ser que su resultado electoral sea muy reducido y no tenga la minoría de bloqueo. Por eso solo nos queda una opción. La ruptura. Que sea cual sea el resultado de las próximas elecciones generales, si el PP no obtiene la mayoría absoluta, aunque gane formar un gobierno de los demás partidos con un único objetivo: convocar nuevas elecciones a Cortes Constituyentes. No significa esto renegar de la actual Constitución. Esta cumplió su labor y nos permitió llegar a donde llegamos. Al menos hasta donde estábamos antes de este gobierno popular. Pero la Constitución tampoco es un dogma de fe inmutable en el tiempo. En su espíritu está su propia reforma, pero estos nos la hacen imposible. Como en los animales en metamorfosis, la Constitución fue como un caparazón que nos protegió de los peligros de nuestro pasado y nos permitió crecer en su interior. Pero, aunque nos parecía grande, se nos ha quedado pequeño. No debemos olvidar cuando y como se gestó. Tres años después de la muerte del dictador, y tres años antes del golpe de Tejero, en una joven democracia sin duda vigilada por los poderes fácticos. Y hoy, aquel espacio de crecimiento se nos ha convertido en un corsé apretado que limita nuestras legítimas aspiraciones como ciudadanos del siglo XXI. Por eso, siendo imposible que ese caparazón crezca con nosotros, tendremos que cambiarlo haciendo uno nuevo, parecido al anterior, pero más grande. Y si puede ser, más flexible. Rafa Castillo.

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