jueves, 1 de noviembre de 2012

¿Déficit de liderazgo o de programa?

Está estos días, tanto en el PsdeG como en el PSOE, produciéndose un debate sobre si tenemos un déficit de liderazgo o lo tenemos de programa. Es cierto que la mayoría de los que votan no lo hacen por el programa. Pero esos votos ya están repartidos. La cuestión es saber que esperan los que dejan de votarnos. Y yo creo que esperan un programa.
Y no me refiero a un tocho preparado para las elecciones, que nadie lee y que solo sirve para decir que lo tenemos. Me refiero a un compromiso direccional claro que seamos capaces de hacer creíble porque empecemos por creérnoslo nosotros.
Cuando ganamos hace 30 años, posiblemente nadie había leído el programa pero había una palabra clave, “cambio” que todos los ciudadanos sabían perfectamente lo que significaba viniendo del PSOE y lo que podían esperar. Igual que cuando el PP dice que quiere cambiar algo, todos los progresistas nos echamos a temblar. La pregunta es, ¿si hoy decimos cambio, los ciudadanos saben exactamente y de manera indubidable a que nos referimos?
Por eso creo que es necesario un urgente y reposado proceso congresual que empiece ya pero tarde en terminar. Un proceso en el que analicemos nuestros errores, no para flagelarnos, pero sí para superarlos. En el que nos abramos a las aportaciones de la gente, y en el que los militantes se sientan protagonistas escuchados.
Un proceso en el que elaboremos un contrato del partido con la sociedad. Un compromiso inequívoco de que nueva y definitivamente las personas estarán por encima de los bancos. De que recuperaremos el estado de bienestar que teníamos y lo seguiremos ampliando. De que a ese bienestar aportarán más los que más tienen para garantizar su financiación.
Un compromiso de que buscaremos una solución que haga a todos los pueblos de España sentirse cómodos y a gusto en nuestro país. De que impulsaremos con todos los socialistas de Europa, las reformas necesarias para que nuestra Europa retome el camino que llevaba, de ser la patria común de los ciudadanos europeos, y no un instrumento de dominio de los bancos.
Un compromiso de que impulsaremos, con todos los progresistas del mundo, unas nuevas reglas de juego en los mercados mundiales y en la globalización que permita que en el planeta propiedad de todos los hombres y mujeres del mundo, las personas y la solidaridad tengan más movilidad que los capitales.
Un compromiso de que lucharemos para que la competitividad en el comercio mundial se logre aumentando los derechos de los trabajadores, tendiendo a una nivelación por arriba y no por abajo como se hace ahora. Un compromiso de que la explotación de los recursos de todos se hará sin olvidar la protección del medio ambiente.
Un compromiso de que el comportamiento de nuestro partido, sus cargos y dirigentes será absolutamente incompatible con el nepotismo y la corrupción. De que los cargos, institucionales y del partido, no serán un medio de vida, sino un lugar desde el que trabajar para lograr la justicia social... Y podríamos seguir una amplia enumeración.
Por supuesto, tenemos que empezar por creernos nosotros mismos estos compromisos para hacérselos creíbles a los demás. Por eso debemos empezar por aumentar la democracia interna y como remate del proceso, dotarnos de una nueva dirección que pueda mostrar a los ciudadanos ese partido renovado y con savia nueva.
Un nuevo liderazgo del que estemos seguros que nunca podrá nadie encontrar un cadáver del pasado en su armario.

Rafa Castillo.

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