jueves, 10 de noviembre de 2011

Ante el nuevo intento de Golpe, ¡No pasarán!.

Grandes acontecimientos, la caída del Imperio Romano, la de Constantinopla y la Revolución Francesa, marcaron lo que viene en llamarse las edades históricas de la humanidad. No sé cuando fue el cambio ni que hecho histórico será el que marque el salto, ni que nombre le pondremos, pero algún día seremos conscientes de que la Edad Contemporánea ha finalizado y estamos ya en una nueva.
La Edad Contemporánea se caracterizó políticamente por ser la del paulatino logro de la democracia en las diversas sociedades. Junto a países que nacieron ya democráticos, USA sería el paradigma, los otros fueron alcanzándola por diversas vías, desde las revoluciones como la francesa, a la renuncia, más o menos voluntaria, del poder por parte de los gobernantes de la Edad Moderna.
Y como contrapartida tuvimos en aquella Edad los intentos de los poderosos de recuperar su poder, habitualmente a través de los militares mediante golpes de estado, pronunciamientos o asonadas de las que tanto sabemos en España.
Posiblemente desde que Boris Yeltsin se subió a un tanque ante el Parlamento Ruso, los poderosos vieron agotadas las posibilidades de éxito de los Golpes de Estado. Pero no por ello renunciaron a la reconquista del poder. Simplemente dejaron de usar a los militares como medio, y substituyeron los Golpes de Estado por Golpes de Mercado.
No voy a ser yo quien lamente la dimisión de un individuo como Berlusconi. Me hubiese encantado verlo perder unas elecciones o tener que dimitir al sentarse en un banquillo. Pero no me alegra nada que su dimisión se deba a una imposición del Mercado.
No me gusta que Papandreu tenga que renunciar por querer convocar un Referéndum que no le gusta al Mercado. No me gusta que en Grecia, por el sutil manejo de los hilos desde el Poder, acaben ganando unas elecciones “libres” pero inducidas, los mismos que causaron la gravedad particular de la crisis griega.
No me gusta que las políticas económicas, sociales y fiscales las dirija el Mercado. No quiero que las reformas básicas, incluso constitucionales, las haga el mercado.
No me gusta que el Mercado induzca en España que gane las elecciones el partido popular, responsable directo del agravante de nuestra crisis, la burbuja inmobiliaria. Y todo porque el gobierno popular, sino impedimos su triunfo, hará de buen grado todas las reformas que lleven al final del Estado de Bienestar y conviertan los servicios básicos en negocios.
Y por cierto. A estas alturas de la película, empieza a ser hora de ir reconociendo la grandeza de Zapatero. Mientras los demás gobernantes obligados a irse defendieron con uñas y dientes su puesto y su gloria, el Presidente Zapatero fue el único que viendo la situación adoptó un lema, “me cueste lo que me cueste”, adoptó contra su voluntad las medidas que no se gustaban y renunció al poder y la gloria de forma elegante y discreta.
La Historia lo situará en su sitio. Pero en esta nueva Edad de la Historia, alguien tiene que empezar a valorarlo.
Rafa Castillo.

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