jueves, 31 de mayo de 2018

Con el PP todo es posible.

Resultaría inimaginable, en un país serio con una democracia consolidada, que un partido de gobierno, después de una dura negociación para elaborar los presupuestos cediendo en todo lo que fuese necesario para lograrlos, votase en contra de su aprobación, y en España, también.
Salvo, claro, que ese partido sea el Partido Popular. Entonces podemos esperar cualquier cosa. Alguien puede pensar que es mi inquina contra el PP quien me hace escribir esto. Pero no. Hay antecedentes históricos. Cuando la moción de censura del tripartito contra el popular Fernández Albor que invistió como presidente de la Xunta de Galicia al socialista González Laxe, el gobierno popular, que se oponía a un aumento de precios en el transporte escolar, ordenó al responsable aceptar todo lo que le pedían y firmar lo necesario.
Porque debemos dejar claro que el PP no es, ni fue nunca, un partido de Estado. Es simplemente un sindicato de intereses. Así podemos recordar el rastrero uso del terrorismo cuando Zapatero intentaba dialogar con ETA, el famoso Movimiento de Liberación Nacional cuando Aznar negociaba con ellos. O por poner otro solo ejemplo, cuando los tan denostados nacionalistas catalanes pedían al PP apoyo al PSOE en la gran crisis y Montoro decía aquello de: dejad que la hundan que ya la levantaremos nosotros. O ver como anteayer mismo, el PP de Lugo establecía en la Diputación un suculento sueldo para su tránsfuga favorito.
Por eso la carta que juega hoy Mariano para presionar al PNV es que si apoyan a Sánchez, ellos tumbarán los presupuestos en el Senado. Naturalmente el PSOE promete mantener las inversiones comprometidas con los nacionalistas vascos. ¿Es ello posible?
Sería algo kafkiano, pero sí. El PP votaría contra sus presupuestos, y, vueltos de nuevo al Congreso, los aprobarían todos los que votaron en contra. Al fin, para cuando se aprueben los presupuestos ya se habrá sobrepasado el ecuador del ejercicio. Y si hay voluntad se podría lograr el consenso para realizar durante lo que queda de año, algunas modificaciones presupuestarias que los mejoren. Por ejemplo, suprimir la subvención a la Fundación Francisco Franco y destinar eses fondos a la Memoria Histórica.
Luego sería el momento de hacer las primeras modificaciones fiscales, anticipo de la necesaria reforma fiscal que necesita más estudio, que permitan elaborar para 2019 un presupuesto más social y redistributivo. Y entre tanto, derogar las más nocivas leyes de este impresentable gobierno, cambiar el Consejo de Administración de RTVE para hacerlo más neutral, y convocar nuevas elecciones. Y de paso, poner en marcha, desde la fortaleza, un sincero diálogo con los nacionalistas catalanes que reconduzca el problema a la vía constitucional.
Claro que Rajoy aún tiene un as en la manga. Si ve que va a prosperar, anular la Moción de Censura con su dimisión. No lo descartemos. Hay antecedentes. Las Comunidades de Murcia y Madrid.
Con el PP todo es posible.
Rafa Castillo.

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