martes, 23 de octubre de 2012

Derrota.

Transcurridas ya 48 horas desde las elecciones autonómicas en Galicia, es ya el momento de empezar el análisis y extraer las primeras conclusiones. Y la primera, vista desde el PSG-PSOE, es clara. Hemos tenido una derrota sin paliativos. Una derrota muy grave en las actuales circunstancias.
Y es una derrota grave no solo por su magnitud y por seguir marcando una caída sin fin a un pozo profundo, sino por que se produce en una situación en la que objetivamente el PP tendría que llevar un fuerte castigo. Y es cierto que lo llevó. El PP perdió más de 106.000 votos, el 14% respecto a sus resultados del 2009. Pero es que nosotros perdimos el 39% de los votos, casi 190.000.
Simplemente, si no hubiésemos perdido votos y sin recoger ni uno solo de los perdidos por el PP el resultado hubiese sido 33-27-6-9 lo que supondría una severa derrota del partido popular, un cómodo gobierno para el conjunto de la izquierda y un serio aviso a Rajoy respecto a sus políticas restrictivas.
¿Dónde han ido nuestros votos? Viendo los resultados es fácil ver que una gran parte se han ido a la abstención, unos 50.000 a IU-ANOVA y el resto a otros partidos y candidaturas surgidas de los movimientos sociales.
Alguien preguntaba la noche del domingo donde estaba la gente de las manifestaciones. Porque ahí está lo grave. Se equivoca Feijoo si piensa que esta es una gran victoria. Se equivoca Rajoy si cree que es un espaldarazo a su política de recortes. La gente no está contenta. Lo que ocurre es que no ven en nosotros, ni en el BNG, la bandera que seguir. No estamos ofreciendo la alternativa que necesitan. Por eso, cuando ven una nueva oferta, muchos corren hacia ella.
Todo esto implica una reflexión serena y muy profunda. Nos equivocaríamos si lo planteamos como un problema de liderazgo. Es un problema de falta del proyecto adecuado y de credibilidad para presentarlo. Mal haríamos si convocásemos un congreso urgente para aprobar un documento que ninguno ha leído y nombrar un nuevo líder o ratificar al mismo.
El congreso habrá que convocarlo pronto, pero debe ser un proceso largo. Un proceso con una primera etapa abierta a la sociedad, y luego un profundo análisis en las agrupaciones antes de aprobarlo o enmendarlo y elegir a los congresistas. Si se hace así yo colaboraré desde estas páginas, y seguro que muchos compañeros lo harán con los medios de que dispongan. Si no, podremos asistir a una sangría de militantes desencantados y una continua perdida de votos. Y entonces, como dijo hace años Ceferino Díaz en un comité nacional, el último que apague la luz. Y la pague.
Y alguien vendrá que nos sustituya.

Rafa Castillo.

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