martes, 6 de septiembre de 2016

El mayor recorte de Mariano Rajoy.

El impase político que vivimos trae su causa en el mayor recorte que ha hecho subrepticiamente el presidente del gobierno durante la anterior legislatura. No se trata de los conocidos recortes en sanidad, en educación, en ayuda a la dependencia, en becas, en personal al servicio de la administración, en acceso a la justicia, en libertades públicas, en justicia universal, en protección social, en derechos laborales… ¡joer! ¿tantas cosas recortó?.
No. Además de todo eso y lo que se me olvida, Mariano Rajoy recortó el Parlamento. No de otro modo puede entenderse que la suma de los diputados de derecha no alcance la mayoría absoluta y los de la izquierda tampoco. Lo lógico es que si dividimos el parlamento en dos bloques, o los dos empatan en justo la mitad de los diputados, o si uno no llega a la mayoría absoluta, el otro la supere.
El recorte en el Parlamento supone la reclusión en un gueto de los diputados nacionalistas, declarados intocables y con los que nadie puede negociar (excepto el PP cuando le interesa, claro). Tradicionalmente los partidos nacionalistas, destacadamente CiU y PNV, pero también en ocasiones ERC o BNG, han servido de apoyo a gobiernos sin mayoría absoluta tanto de la antigua UCD como del PP con Aznar o del PSOE con González y Zapatero, e incluso han reforzado mayorías absolutas.
Pero la actitud prepotente, soberbia, despectiva e insultante de Rajoy desde un ultranacionalismo carpetovetónico ha establecido una brecha insalvable que hace que hoy los diputados nacionalistas no puedan sumar con ninguna de las dos opciones además de poner el grave riesgo la unidad del país.
Por eso no saldremos de este impase si no solucionamos la raíz del problema. La cuestión no está en no pactar con los que “quieren romper España”. La cuestión es dialogar con ellos, dejarles claro que los votos ampliamente mayoritarios del Congreso no permitirán la ruptura, e invitarlos a construir, todos juntos, un nuevo consenso constitucional, al que tanto aportaron en 1978, para definir un Estado en el que todos nos sintamos razonablemente a gusto. Y luego negociar con ellos la formación de un gobierno.
Y si es de centroizquierda, mejor.
Rafa Castillo.

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