domingo, 26 de junio de 2011

Memorias de una guerra que no viví.

Negrín, el fiel perro de Teresa, acababa de lanzar el aviso. Sus ladridos advertían de la aproximación de aquellos hombres de uniformes azules y verdes. Poco imaginaba él que esos avisos lo llevarían a ser fusilado. En la mitad de las doce viviendas de la aldea empezaban movimientos frenéticos.
Mi padre bajaba por la trampilla que le llevaba al escondite situado en la planta baja de la casa entre la cuadra de los cerdos, la de las vacas y el taller de zapatería. Un zulo de unos cuatro metros cuadrados de piedra de mampostería, lleno de heno seco que ocultaba su presencia.
Mamá y mis hermanos adolescentes volvían a sus tareas habituales aparentando normalidad. Sentada en el arcón, mi anciana abuela nos cuidaba a mi hermana y a mi.
Pero aquel día el cura nos había delatado. Aquellos hombres venían a tiro fijo. Sabían ya donde buscar. En presencia de mi madre y con lágrimas en los ojos mis hermanos fueron obligados a retirar el heno hasta dejar a papá a la vista.
Yo, a mis cuatro años, sabía muy bien que hacer. Oculté mis zapatillas rojas tras la larga falda de la abuela. Sabía perfectamente que aquellos hombres malos venían a por los rojos.
Rafa Castillo.

6 comentarios:

  1. Relato desgarrador de 'Memorias'. La guerra que no viviste, que no vivimos, que dejó tan honda la muesca en nuestros recuerdos.
    El tiempo poco la ha atenuado, poco.

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  2. Es enternecedor leer las cartas que le mandaba el abuelo a la abuela desde la prisión,es un gustazo ver como se expresa tu madre,por eso no me extraña que escribas esos maravillosos artículos porque llevas la vena de escritor en los genes...,tienes que sentirte afortunado porque no hay herencia más rica.Un besazo y sigue deleitándonos con los demás capítulos de estas memorias.

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  3. Rosa. No sé si viste alguna vez el sitio en el que se escondía el abuelo. A mí nadie me lo había dicho ni nunca había preguntado. Siempre pensé que era en una de las cuadras de las vacas, intuía que era la que estaba debajo de las escaleras de madera que iban al corredor. Me parecía haber visto un pasillo al fondo a la derecha.
    Pues bien. Era ahí. Por ese pasillo se iba a un recinto sin salida directa al exterior que estaba detrás de la cuadra de los cerdos (recuerdo una falsa puerta de madera) y por el otro lado donde debió de tener la zapatería Carlos (aunque yo ahí recuerdo conejos)
    Hace como un mes mi madre me dijo que ahí se escondía. No pude evitar quedarme extasiado y llorar. Ese es un templo. Un templo de la libertad y la dignidad.
    Si tuviese en dinero necesario os compraría vuestras partes y esa casa nunca se vendería o se dejaría caer.
    Un beso a todos/as.

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  4. Pilar. A nosotros nos queda muy lejana. Pero lo peor no fue que matasen a mi abuelo. Al fin todos podemos morir mañana mismo de un accidente o una enfermedad. Y seguro que el hubiese muerto orgulloso dando su vida por sus ideas.
    Lo peor es que a la joven edad de 44 años, a mi abuela le expropiaron su vida y en aquel momento en que una mujer no era "nada" tuvo que hacerse "hombre" y sacar adelante una pequeña explotación agrícola con 4 hijos menores de edad. Y vivir en el luto y el dolor del recuerdo hasta los 104.
    Lo peor es que a mis dos tíos varones les expropiaron la adolescencia y despues de destapar del heno a mi abuelo, tuvieron que seguir trabajando el campo para sacar a toda la familia adelante en un territorio comanche.
    Lo peor es que a mi madre y a mi tía de 5 y tres años, les expropiaron la niñez, la felicidad de niñas, la ilusión de vivir y practicamente pasaron del pecho a ser pequeñas amas de casa.
    Como no va a ser desgarrador para mi aunque no lo viviese. El otro día, en aquel zulo, como no me iba a emocionar? Recorrí en mi coche los 7 Km hasta mi casa llorando y pensando lo que escribir. Lo de aquel día estáen otra entrada anterior.
    Rafa Castillo.

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  5. Rafa: Solo leyendo esta aclaración me he emocionado hasta el punto de quedarme totalmente enganchada, valga la expresión, con la historia de realidad inmediata que te ha tocado vivir: Tu abuelo, tu abuela, los tíos, tu madre. Verdaderamente ejemplar. Mis respetos. Mis felicitaciones, a pesar de todo, porque hayas podido alimentar tu vena escritora aun con tales amarguras. Estaré pendiente de tus memorias.
    Un fuerte abrazo.

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  6. Bueno, Rosa y Pili. Espero que lo de las memorias me qude aún lejano, jajajajaja. En todo caso iré publicando algún capítulo suelto.
    Un besiño a las dos.
    Rafa.

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